Hace unos cuantos meses decidí abrir una cuenta en una de las entidades de la llamada “banca ética”, aunque a mí me gusta más denominarla banca cívica (no confundir con Banca Cívica, con mayúsculas, fusionada con CaixaBank) por razones que expondré más adelante.

Mi experiencia hasta el momento he de decir que es buena, dispongo de una cuenta corriente y un depósito a plazo fijo en distintas entidades, y me siento a gusto tanto con el trato como con los servicios.

En la cuenta corriente, que no tiene comisiones de mantenimiento, puedo realizar las mismas operaciones que en cualquier otro banco y, además, tengo la seguridad de que con mi dinero se invierte en proyectos sociales, culturales, medioambientales, de turismo sostenible, energías renovables o agricultura ecológica, con los que soy muy afín.

Depósito a plazo fijo

Con el depósito a plazo fijo me siento quizá mejor porque me permite donar los intereses a entidades que trabajan en economía social y solidaria como el Mercado Social de Madrid, una red de producción, distribución y consumo de bienes y servicios que funciona con criterios ecológicos y solidarios, o REAS (Red de redes de economía alternativa y solidaria).

Con la banca cívica se ayuda a financiar proyectos como el Mercado Social de Madrid

La entidad también ofrece la posibilidad de comprar acciones y ser socio con derecho a intervenir en el gobierno del banco, en la toma de decisiones estratégicas y la propuesta de candidaturas para los órganos de gobierno territoriales. A través de asambleas se conjuga el valor de la participación colectiva con la responsabilidad de una participación social.

Además, grupos de personas socias ayudan al banco a realizar la auditoría socio-ambiental que acompaña a las solicitudes de financiación, por lo que la sensación y la puesta en práctica de democracia es patente.

Como supongo que a estas alturas os estaréis preguntando cuáles son los bancos que he elegido os diré que son Triodos Banca Ética y Fiare Banca Ética, aunque Coop57 me gusta lo suficiente como para plantearme probarla.

Por qué la llamo banca cívica

La puesta en práctica de mecanismos democráticos me hace sentirme proclive a seguir utilizando el término banca ética, pero no debemos olvidar que no estamos ante organizaciones sin ánimo de lucro, sino que tienen como objetivo el desarrollo comercial, y es ahí donde me inclino más por llamarla banca cívica.

No es lo mismo ser un activista cívico a través de plataformas como Greenpeace, Amnistía Internacional, etc., que activista político o militante, y creo que los que intentamos transformar el mundo a través de nuestras pequeñas acciones de consumo nos encontramos entre los primeros.

Críticas

Las críticas a este modelo, igual que a todo lo que tenga que ver con la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es que pueden camuflar bajo una fachada ética y cívica comportamientos que son muy cuestionables, como es el propio consumo a gran escala.

Es lo que denuncia Slavoj Zizek en una ya clásica charla sobre capitalismo cultural y ética del consumo que protagoniza uno de los mejores vídeos hasta el momento de RSA (Royal Society for encouragement of Arts, Manufactures and Commerce).

Son críticas legítimas y bien razonadas, que hay que tener siempre en perspectiva para no dormirnos en los laureles, pero soy de los que piensan que granito a granito se hace el desierto.

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