La pugna entre banca y fintech de la que he hablado anteriormente en este blog va camino de convertirse en una narrativa épica de ficción más que en una realidad, porque todos los datos disponibles hasta el momento indican que ambas necesitan aliarse porque sus peculiaridades las hacen complementarse.
Aliarse para sobrevivir
Por una parte, en cuanto a los datos relativos a la banca, el 46% de la población en España utilizó la banca online en 2017, en datos proporcionados por Statista. Del total de clientes de banca el 61% la utilizan, solo por detrás de Turquía y Estados Unidos, y ocho puntos porcentuales por encima de la media europea, según datos del Informe de Ditrendia Mobile en España.
Por otra, con respecto a las fintech, un informe de la plataforma MytripleA publicado en noviembre del año pasado señalaba que el 37% de los usuarios de Internet en España hacían uso de servicios fintech o empresas de finanzas tecnológicas. El mismo estudio prevé un 52% de usuarios en un futuro próximo para servicios de pago y transferencias, bancos sin oficinas, aplicaciones móviles, aseguradoras online y préstamos entre particulares, y hasta un 70% en el caso de los servicios de préstamo online.
Estas cifras para ambos sectores sugieren, de una parte, que los clientes de servicios financieros cada vez reclaman más plataformas y servicios online y menos sucursales. Uno de estos servicios es el onboarding digital, una de las apuestas de grandes bancos como BBVA, que no es otra cosa que el registro de clientes a través de una videoconferencia online que puede utilizar tecnología biométrica.
Si los grandes bancos como Santander, la Caixa, Bankinter, etc. no se suman a este tipo de tecnología para captar clientes remotos a través de canales digitales propios o de terceros, poco a poco irán perdiendo relevancia y serán sobrepasados por las fintech.
Sin embargo, un área en la que las fintech no pueden competir todavía es la de generación de confianza y seguridad. Ante la compra de productos bancarios los clientes suelen experimentar preocupación por riesgos como estafas o fraudes, y es ahí donde el nombre de las entidades tradicionales juega a su favor. Por eso lo más inteligente para ambas en este caso es aliarse, por su propia supervivencia.
Aliarse para enriquecerse
Pero la alianza entre bancos tradicionales y startups fintech puede ir mucho más allá y ofrecer productos y servicios muy atractivos que aumenten el número de clientes y el dinero que entra en juego.
Tecnología fintech es la que permite, por ejemplo, las transferencias bancarias inmediatas que comenzaron a realizar en noviembre CaixaBank, Bankia, BBVA, Abanca y Pichincha.
BBVA es uno de los bancos españoles que más asumida tiene esta necesidad de aliarse, y por eso ha puesto en marcha iniciativas como Muno, un seguro fintech para autónomos que se puede cobrar enviando una foto del parte médico a través de la cuenta de banca online.
También lo había hecho CaixaBank previamente con proyectos como Smart Money, robo advisor que asesora a los clientes para hacer inversiones superiores a 1000 euros.
Las posibilidades de negocio se multiplican si banca tradicional y fintech se unen para pensar nuevos productos y estrategias con los que enganchar a un mercado que, tal y como indican las encuestas, parece ávido de novedades.
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