Un artículo publicado la semana pasada en El País ha puesto el dedo en la llaga de la necesidad de formar a los niños y jóvenes de hoy en el emprendimiento. Porque la educación debe estar acorde con los tiempos.

No es que sea algo nuevo, ya que, como veremos más adelante, la formación en emprendimiento es algo que lleva haciéndose mucho en los últimos años, especialmente por parte de entidades como La Caixa, Banco de Santander, Fundación Cajasol, programas de diversas universidades, etc., pero sí ha levantado cierta polémica porque enfrenta la figura del emprendedor a la del funcionario, y hay cuestiones en las que tiene razón y otras en las que no, en mi opinión.

Educación para innovar

Uno de los aciertos de enseñar a emprender es que los niños y los jóvenes pueden desarrollar sus propias iniciativas en función de sus intereses y necesidades, algo que contrasta notablemente con el rígido sistema educativo actual.

La educación, tal y como la conocemos desde hace ya muchas décadas, se concibe como una transmisión lineal y unidireccional de conocimientos de manera magistral por parte de un profesor con ayuda de un libro de texto. Pero educar es mucho más que eso, es enseñar a los alumnos a conocer sus necesidades, a aprender a sus ritmos y a interesarse por aquello que les gusta.

La diferencia entre la educación tradicional o convencional y la educación innovadora que se pone en marcha en escuelas como las Escuelas Changemaker de Ashoka es que las últimas tienen métodos innovadores que preparan a los estudiantes para desarrollar plenamente sus propias iniciativas mientras que en las primeras los hacen meros receptores pasivos.

Ahora bien, una de las cuestiones que hay que denunciar en toda esta promoción del emprendimiento es que este no puede ser sinónimo de precariedad. El hecho de emprender no debería estar reñido con disponer de una seguridad económica.

Ejemplos de educación en emprendimiento

En muchos colegios e institutos, tanto públicos como concertados y privados, se están poniendo en marcha programas de fomento del emprendimiento a través de la generación de ideas y la creación de empresas ficticias por parte de sus alumnos.

Los llamados “infantpreneurs”, término acuñado por Zack Weisfeld, director general de Microsoft Ventures Global Accelerators, desarrollan sus propios proyectos, como el Warming Gloves que el pasado curso llevaron a cabo cuatro alumnos de 3º de ESO de Tarragona y que les sirvió para llevarse el premio Repte Emprèn de la Obra Social de La Caixa, con viaje a Silicon Valley incluido.

Campus Emprende La Caixa - CaixaBank

 

Precisamente CaixaBank acaba de dar salida a una nueva edición de su Premio Desafío Emprende para jóvenes. Con este programa La Caixa pretende potenciar la creatividad y la capacidad para trabajar en equipo a través de la realización de proyectos originales que mejoren o resuelvan un problema existente y que sean sostenibles económica, social y medioambientalmente.

Otro ejemplo de educación para el emprendimiento es la Competición Thamer Innovation, un concurso escolar pedagógico creado por la Thamer Creative School en colaboración con la Fundación Cajasol que tiene como objetivo poner a prueba las habilidades emprendedoras de alumnos de primaria.

En la segunda edición, celebrada en 2015, 15 grupos de escolares compitieron para hallar una solución original e innovadora para mejorar las viviendas y hacerlas más accesibles a las familias.

Estos programas suponen una aplicación real del Learn by Doing (aprender haciendo) y se alejan de la mecánica de educación tradicional donde el alumno no desarrolla habilidades como la improvisación, la sensibilidad o la creatividad.

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