Las fintech están dispuestas a quedarse y a ampliar sus cotas de mercado. Un ejemplo de ello son las primeras startups de tecnología financiera destinadas a los niños, un sector todavía por explorar, no exento de dilemas morales y éticos.
Niños y bancos
Históricamente, los bancos tradicionales han ofrecido a los niños cuentas de ahorro muy limitadas en las que podían ingresar, pero no extraer dinero con tarjetas, ni siquiera de débito.
La relación con la banca se producía a través de la figura de los padres, que ingresaban los ahorros, propinas o regalos de sus hijos en estas cuentas para un mañana, nunca pensando en compras y pagos inmediatos.
Niños y fintech
Sin embargo, con el nuevo modelo de consumo online, en el que los menores están implicados al pedir a sus padres que les realicen compras o pagos, algunas fintech han comenzado a ofrecer productos y servicios destinados a que puedan hacer ellos mismos estas operaciones.
Desde el sector se aduce como razón principal la necesidad de recibir una educación financiera desde pequeños, de manera que aprendan a través de la experiencia bancaria directa y la responsabilidad de primera mano.
En aras de una alfabetización financiera se introduce a los niños en el uso de aplicaciones y tecnología financiera, con sus pros y sus contras.
Algunas fintech destinadas a niños
De momento no son muchas las startups que se dedican a este sector poblacional. Dos de ellas son francesas, Pixpay y Kard, y otra, estadounidense, Step.
La francesa Pixpay ofrece a niños mayores de diez años cuentas, una tarjeta de débito Mastercard y una aplicación en la que se gestiona el dinero y en la que pueden interactuar padres e hijos, teniendo los primeros la potestad para limitar la retirada de efectivo en cajeros, los pagos online y las compras en el extranjero (¡qué menos!).
Por su parte, Kard, que también incluye una tarjeta de débito Mastercard, ofrece cuentas bancarias con las mismas prestaciones que las normales, incluyendo el número IBAN. Como sucedía en Pixpay, a la aplicación tienen acceso los menores y sus progenitores, que pueden limitar la cantidad de dinero a gastar y revisar los pagos. Los menores, con Kard, pueden, además, pedir a sus padres que les realicen transferencias.
En Estados Unidos opera la startup Step, aliada con Visa para proveer de tarjetas de débito a los menores de 13 años que, según los directivos, “no tienen apego alguno por el dinero en efectivo” (y seguramente tengan razón).
Habrá que seguir atentos a la evolución del sector para ver si más proyectos se unen a explorar este nuevo nicho de mercado.
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