Los que me seguís habitualmente ya sabéis a estas alturas que soy un apasionado de las Fintech hasta el punto de soñar junto con los creadores de Stampery un mundo sin notarios. Hoy me planteo la siguiente duda: ¿serás las Fintech capaces de terminar con la corrupción o, por el contrario, la corrupción se adueñará de las innovadoras ideas de banca digital y de sus creadores?
Optimismo contra la corrupción
Mirándolo por un lado positivo, poder eliminar los pagos en metálico y sustituirlos por transacciones digitales puede tener un efecto muy notable contra la corrupción. Los famosos sobres en B, por ejemplo, no tendrían lugar en un mundo digitalizado al 100%.
Además, la democratización de los servicios financieros a través de nuevas startups hace que muchos sectores de la población que anteriormente no podían acceder a préstamos o asesoramiento financiero ahora sí lo hagan, ampliando el abanico de personas que pueden llevar a cabo proyectos que estarían vetados con la banca tradicional.
Esto, idílica y teóricamente, podría contribuir a una mayor movilidad social hacia estratos superiores hasta ahora copados por una misma clase social, terminando con el determinismo social, otra de las características de la corrupción endémica.
Asimismo, el hecho de utilizar otras vías de financiación distintas a los bancos tradicionales que han sido protagonistas de escandalosos casos de corrupción ya supondría un cambio de paradigma. Y es que la imagen y la reputación de dichos bancos, y de sus banqueros, ha quedado muy maltrecha para la generación de los que tenemos menos de 50 años y suficiente formación en tecnología como para explorar otras vías de servicios financieros.
No todo el monte es orégano
Pero tampoco podemos olvidar el clásico refrán de “hecha la ley, hecha la trampa”, y que si no se revisan regularmente los procesos de control y sistemas, estas nuevas tecnologías financieras pueden utilizarse igualmente como vía para la corrupción y el lavado de dinero. Y es que uno de los riesgos de las Fintech puede ser el fraude en la captación y explotación de los recursos.
En este sentido el pasado 2 de febrero la Asociación Española de Fintech e Insurtech (AEFI) presentó el Libro Blanco de la Regulación Fintech en España, que incluye propuestas de cambios normativos que mejoren la competitividad de la industria financiera en interés de los consumidores.
Una vía de colaboración conjunta
Otra de las posibilidades es que Fintech y banca tradicional se aúnen para trabajar conjuntamente en beneficio de los consumidores bajo un marco regulatorio que aporte mayor seguridad para los consumidores. En este sentido, gigantes como CaixaBank ya han presentado sus propuestas Fintech con muy buena acogida, pues hay otro gran sector de usuarios que prefiere beneficiarse del carácter sólido que para ellos tiene la gran banca.
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